Buenos Aires, junio de 2020
Queridos chicos y familias de la 152:
Hace ya 8 años, un 19 de junio de 2012, en el patio del Sagrado Corazón, muchos de ustedes realizaban la Promesa de la Bandera Nacional como alumnos de cuarto grado, acompañados de sus familias y docentes. Las circunstancias extraordinarias de la pandemia, cuarentena y suspensión de clases presenciales nos impiden que podamos realizar juntos, como desearíamos, la renovación de la Promesa. Sin embargo lo podemos hacer espiritualmente, desde el recuerdo agradecido de nuestros corazones.
En términos bíblicos, la vida se camina. Los invito a recorrer mirando en perspectiva el camino del Salvador y especialmente, la memoria agradecida de ese día tan lindo en cuarto grado. Su recuerdo es una reserva afectiva para el futuro. Próximamente deberán tomar decisiones trascendentes y jugarse por un proyecto vital, ejercitando esa herramienta tan ignaciana del discernimiento. Enfrentar los miedos, ser proactivos, confiar en sus dones, y no rendirse a la desesperanza y la tristeza. Enfocarse en el camino, de un paso a la vez, sacando del dolor y la incertidumbre las fuerzas espirituales para ser un “hombre con y para los demás”, ahora más que nunca. Mientras tanto, en este tiempo de prueba, hacer las cosas bien: cuidar la salud, descansar, estudiar, alimentarse sanamente, sostener horarios y rutinas, ejercitarse (física y mentalmente) vincularse y convivir en familia y con amigos, ser solidarios con tantos que están en situaciones de pobreza y riesgo ante la pandemia.
Educar es sembrar y nunca des-esperar. Es escuchar, crear cultura, buscar el sentido profundo de las cosas. Creemos que la buena semilla ha estado cayendo en la tierra fértil de sus corazones, inteligencias y voluntad. Echando raíces, hace sagradas sus vidas. Junto con sus familias, esperamos haber sido y ser para todos ustedes, “tierra sagrada” donde puedan seguir encontrando a Dios en la vivencia de los Ejercicios Espirituales y en el discernimiento; formarse con rigor y creatividad en los saberes y competencias clásicas y nuevas; caminar junto a los pobres en misión de reconciliación y justicia. “Tierra sagrada” donde se sientan acompañados en la creación de un futuro esperanzador y colaboren en el cuidado de la casa común.
Como lo demuestran la actual crisis de la pandemia global “nadie se salva solo” y nos necesitamos unos a otros. Como futuros egresados los queremos y necesitamos conscientes, competentes, compasivos y comprometidos, dispuestos a vivir la vida como respuesta a la llamada de Dios, haciendo que sus futuras profesiones estén al servicio de una sociedad más desarrollada, solidaria y fraterna, atendiendo especialmente de los más frágiles y pobres.
Les comparto mis palabras del 2012 al tomarles la Promesa de la Bandera. Ojala los ayude a recuperar el bien recibido y a fortalecer la Esperanza, “la virtud del hombre que camina” para los tiempos que vienen. Muchas gracias por perseverar y profundizar en estos aprendizajes existenciales. No aflojen, no se rindan antes de luchar por la vida buena. Muchas gracias a sus familias y docentes por acompañarlos. Que la Virgen María, Madre del Salvador los cuide y proteja.
Un abrazo,
Lic. Ricardo Moscato – Rector