“Cada año que pasaba me fui metiendo más adentro en los Encuentros con Cristo. En los Ejercicios Espirituales, me pasó lo mismo con cada oración, especialmente en aquellas meditaciones guiadas que tocaban momentos de mi vida. Cada vez que recordaba esos momentos compartidos con familia y amigos, sentí que me iba acercando más a Dios y descubrí que quería Él para mí. Algo que me ayudó bastante también fueron las charlas de a dos, que nos unieron más como camada, porque podíamos compartir qué sentía cada uno, lo que nos unió más a Dios también y al prójimo”