¿Es posible la alegría en este tiempo?
¡Sí! La alegría es posible y así lo creemos y lo vivimos en el colegio.
El Vía Crucis que realizamos durante la Semana Santa fue preparando el corazón para hacernos compañeros de Jesús no sólo en el camino de la cruz sino también en la alegría de la resurrección. La fuerza de la Vida que vence a la muerte es la fuente de nuestra alegría y va marcando el camino que nos acerca cada vez más a Jesús.
En las Eucaristías y celebraciones compartidas en los diferentes niveles celebramos con mucha alegría ese Amor tan grande de Jesús Resucitado que es capaz de traspasar toda frontera y que nada ni nadie nos podrá quitar.
Como comunidad educativa, deseamos ser testigos de esta alegría y anunciar a todos con gestos y palabras que Jesús vive en medio nuestro.
Pascua Solidaria
“Entonces, Jesús la llamó por su nombre: -¡María!. Ella lo reconoció y exclamó en arameo: “Rabbonní”, que quiere decir “Maestro”. (Jn 20, 15)
Uno de los signos más poderosos de la Pascua es reconocernos, dejarnos resucitar en la mirada de los otros. Mostrar, como Jesús, nuestras manos heridas y poner esas manos al servicio de los demás.
Como ya es tradición desde hace más de 2o años, el viernes 12 de abril, más de 100 alumnos de 4to y 5to años de nuestro colegio y del colegio Jesús María, junto con docentes voluntarios de ambos niveles y gran parte del equipo de exalumnos del MAS, nos reunimos para celebrar la Pascua con las personas que asisten tanto al Hogar como a la Obra de San José.
Este año quisimos tener una mirada distinta: todos llevamos un cartelito colgado en el pecho, allí, del lado del corazón, donde claramente se podían leer nuestros nombres: anfitriones e invitados. Así como María, durante esa noche dejamos de ser voluntarios anónimos, marginales desconocidos, víctimas del abandono, y volvimos a ser Marías, Juanes, Pedros, Sofías, Cecilias… Jesúses que nos encontramos unos con otros en las miradas de los demás. Sin diferencias. Compartiendo la mesa, la sopa, la música, el guiso que cocinamos entre todos. Porque cada quien trajo, como aquel niño de los panes y los peces, algún paquete de lentejas, un trozo de carne, medio kilo de papas…
Y en ese compartir bajo la lluvia, que nos invitó una vez más a entender que nosotros proponemos y Dios dispone, el Espíritu acampó entre nosotros: dimos el paso hacia el encuentro, celebramos con música y baile la cena del Señor. Comimos y rezamos juntos, cada quien dando lo mejor que tenía.
Y todos comieron y repitieron hasta saciarse. Y, haciendo realidad otra vez el milagro del evangelio, sobraron tres ollas repletas de guiso que fueron donadas al Hogar de San José.
He ahí la Misión de Pascua, posible gracias a todos los corazones que se animaron a “dar el paso”.
Santiago Vons
Pastoral Secundaria