19 de junio de 2019
Palabras del Rector, Lic. Ricardo Moscato
Queridos chicos de Cuarto grado y Quinto año, alumnos, directivos, maestras, profesores, tutores, queridas familias y queridos alumnos y profesores de los Colegios jesuitas de Georgetown, Boston, Los Angeles y Reims que nos visitan
Estamos aquí para honrar la memoria de Manuel Belgrano que nos regaló la Bandera nacional cuando la Patria nacía. Quiere enseñarnos hoy, con el ejemplo de una vida “con y para los demás” que la promesa de lealtad a la bandera es una promesa de amor a nuestra pueblo y a nuestra tierra. Nos inspira su ejemplo de generosidad y fe en la educación al donar el premio de 40 mil pesos que la Asamblea del año 13 le otorgó por la victoria en la Batalla de Salta para la construcción de ” cuatro escuelas públicas de primeras letras en que se enseñe a escribir, la aritmética, la doctrina cristiana y los primeros rudimentos del hombre en sociedad en las ciudades de Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero” sosteniendo en su mensaje que “ni la virtud ni los talentos tienen precio ni pueden ser compensados con dinero sin degradarlos”
Estamos aquí para celebrar juntos la palabracomo PROMESA de los alumnos de cuarto grado, que si Dios quiere volverán a reafirmarla en el 2027 y para los alumnos de Quinto año que renuevan su promesa ya realizada en el 2011.
Promesa para recrear la Bandera Argentina como SIGNO de Hogar compartido. Como dice el poeta Francisco Luis Bernárdez “porque su luz en el cielo nos alumbra, su sombra de árbol nos ampara y nos convoca”, “para que mientras vivamos en la tierra seamos dignos de su luz y de su sombra”. Para sentir al otro como hermano, hijos e hijas de la misma patria, compartiendo mismo lenguaje, criaturas del mismo Dios, filiados a los mismos símbolos.
Signo de Patria como futuro compartido, imaginado, deseado, bandera del compromiso con una ecología integral cuidando entre todos la casa común de la Tierra, bandera de la integración en el mundo, desde una ciudadanía global superando muros y grietas envueltos en discursos de odio.
Signo de Patria como compromiso con el Bien común, bandera de la integración social superando desigualdades e injusticias, bandera de los derechos de los niños, niñas y adolescentes a acceder a una vivienda digna, al cuidado de su salud, a la alimentación, a una educación de calidad y a vivir en un entorno seguro. Bandera de la vida desde la concepción a la muerte natural en medio de tantas formas de la cultura de la muerte. Bandera “Alma de la patria que es entendimiento, voluntad y memoria, que nos agranda el corazón con su fuerza generosa”
Signo de
belleza de la creación, como
lo expresa Francisco Luis Bernárdez
“Éste es el sol que une los cuerpos y éste es
el cielo cuyo amor une las almas. Ambos están sobre nosotros para mostrarnos el
camino que no engaña. Su luz nos junta en el recuerdo y al mismo tiempo nos
congrega en la esperanza”
Está en cada uno de ustedes que NO sea signo de violencia entre hermanos, de indiferencia con los más pobres y frágiles, de prepotencia y falta de respeto a los demás, de vagancia y corrupción. Que no sea signo de una sociedad sin fe ni Dios. Que sin raíces, `pierde la conciencia en la filiación en un Padre común y destruye las experiencias de fraternidad. El otro ya no es mi hermano: es sospechoso de ser mi enemigo y nos dominan los ídolos del dinero, del poder, del placer efímero, del “me merezco todo y no soy responsable de nada”.
Prometiendo la bandera, anímense a ser argentinos con todas las letras, no argentos, versión siglo XXI de la “viveza criolla”. No prometemos para ser peores, instalados en una vulgaridad ignorante y peleadora, en un patrioterismo ventajero y gritón. Prometemos al estilo ignaciano para ser más conscientes, competentes, compasivos y comprometidos. No se trata de aguantar a la Argentina. Se trata de contribuir a construirla y haciendo memoria, rescatar los valores sembrados en su historia, el ejemplo de personas que aportaron y aportan su vida “con y para los demás”.
Prometer lealtad a la bandera es levantarla en alto, hacerla visible y preguntarnos ¿Que vemos cuando la vemos?
¿Podremos ver los rostros de los que con su trabajo, profesiones y estudio hacen patria todos los días, el rostro de hombres y mujeres que honran a su Bandera porque son fuertes al llevar adelante su familia, su trabajo, su fe?
¿Podremos ver nuestras raíces en el rostro de los pueblos originarios, de nuestros abuelos inmigrantes, de los migrantes actuales, el rostro de nuestros santos, el Cura Brochero, Mama Antula, entre otros?
Pero también ¿podremos ver los rostros que nos duelen, los rostros de más de la mitad de los niños y adolescentes argentinos hasta 14 años que están en situación de pobreza. Son 5.913179, de los cuales 1.576. 455 tienen inseguridad alimenticia severa. Es decir tienen hambre. Son algunos de los chicos que ustedes conocen del Boquerón, en Santiago del Estero, de los barrios de San Miguel, de la villa Rodrigo Bueno, de las escuelas de Fe y Alegría ¿podremos ver los rostros sufrientes de los que quedaron al costado del camino como tantas personas en situación de calle, algunos de los cuales ustedes generosamente ayudan en la Obra San José?
¿Podremos ver las manos trabajadoras y creativas, fuertes y tiernas que sostienen nuestra bandera, que no la dejan caer en tiempos difíciles, las manos de sus padres y madres que dan la vida, “las que saben que ocurre por las mañanas cuando amasan la vida, horno de barro, pan de esperanza”. “Manos que representan un cielo abierto, que se brindan cálidas, nobles, sinceras, limpias de todo Nos preguntamos cómo serán las manos del que las mueve gracias al odio, la codicia, la indiferencia?”
¿Podemos ver como cristianos, a través de tantos rostros, el rostro de Jesucristo que los convoca como en la meditación de las Dos Banderas de los EE a trabajar por el Reino de Dios en lucha realista y esperanzada contra el Mal? El rostro de Jesucristo que les dice cuidado, que esa bandera no sea un ídolo, que no encubra otros ídolos, que no se puede servir a dos señores, que el amor a la patria se funda en el amor misericordioso de Dios que nos regala una tierra hermosa para que la cuidemos . El rostro de Jesucristo que nos invita a reconocer siempre los nuevos brotes de vida a pesar de la cizaña y las tormentas y nos dice, “aprendan de Mi que soy sencillo y humilde de corazón”
Esos rostros y esas manos nos hablan desde nuestra bandera y nos dicen con sus vidas que tenemos que cambiar, que ya pasamos mucho tiempo de decadencia moral, burlándonos de la fe, de la ética, de la honestidad, de la bondad. Nos dicen que el primer valor a custodiar, la primera lealtad, es a las personas, creaturas de Dios y que es tu prójimo, tu hermano, el que te dice no renuncies a tu dignidad, no mientas, no robes, no mates. Por favor, construyamos comunidad solidaria y fraternal, superior a nuestras diferencias, curemos las heridas del pasado, miremos juntos hacia el futuro
Queridos chicos: Ustedes prometen desde un corazón valiente y generoso. Estén atentos, sean respetuosos y esperanzados. Atentos a la patria, en el símbolo que la expresa. Atentos a sus responsabilidades, a que vale la pena ser honestos, buenos y educados. Respetuosos con su pueblo, con los rostros que nos duelen y nos esperan, respetuosos del hombre y de la mujer argentina que trabaja honestamente, respetuosos especialmente de los chicos y de los ancianos. Esperanzados en el futuro, preservando nuestras raíces, sintiendo que pase lo que pase, Argentina se nuestro hogar. Muchas gracias chicos de Cuarto grado por su alegría y solidaridad en el año de su primera comunión. Muchas gracias chicos de Quinto año por la esperanza en un proyecto de vida con y para los demás como futuros universitarios y profesionales de la Argentina que viene.Les pido a todos que no se dejen robar el derecho al futuro
A los mayores aquí presentes, maestras y profesores, padres, madres les pido que no le robemos con nuestras frustraciones y rencores ese derecho a los chicos. No le robemos la sonrisa en su tiempo de reír. No le destruyamos los sueños en el tiempo de esperar. Nos comprometemos con nuestro ejemplo a acompañarlos siempre para que no olviden estas promesas.
Y en tiempos difíciles, digamos nuevamente con Francisco Luis Bernárdez que “ quiera el Señor que levantemos la mirada y contemplando en el cielo celeste y blanco la bandera de la patria, encontremos aquella fuerza que una vez nos hizo falta y volvamos a estar juntos como los hijos bajo el techo de la casa”
Pidiendo la protección de María, Madre del Salvador, les tomo la promesa